VOX MORELIA 103.3 FM
Las convicciones políticas son como la virginidad: una vez perdidas, no vuelven a recobrarse
Francisco Pi y Madrigal (1824-1901) Político español
¿Es que en algún momento el presidente López Obrador dedica algo de su tiempo a gobernar, lo que se llama gobernar?
Es bien sabido que no es un obsesionado del trabajo, nunca lo ha sido. Ya como presidente, la mayor parte de sus agendas diarias marcan “asuntos privados” luego de la mañanera, es decir, tras su perorata de todas las mañanas regularmente ya no hay nada más en agenda. No recorre el país si no es para “supervisar” su tren del sureste, el que con su construcción está devastando las selvas.
Ni siquiera su llegada a la Presidencia de la República modificó su animadversión hacia la chamba. Hoy ha acentuado esa proclividad hacia su fuerte, su único fuerte: el trabajo político y si éste tiene una connotación electoral, mucho mejor. Ahí sí López Obrador está a sus anchas, ahí sí puede llegarle la madrugada si es necesario. ¿Gobernar?, que de eso se encargue el gabinete.
El presidente se levanta y se duerme con elecciones, sumas de votos y candidaturas en la cabeza. A él que no le molesten con que no hay medicinas en el sector salud, con que mueren los niños con cáncer por falta de atención y medicamentos, con que la canasta básica no se detiene en su carrera alcista, con que las masacres están a la orden día y ya se rompieron todos los record habidos y por haber en número de homicidios dolosos.
A él que no quiten el tiempo con que tal o cual cártel de la criminalidad tiene sometida a determinada región, o que la degradación del medio ambiente ha llegado en México a niveles de alarma. Nada de que le toquen al despacho para informarle que en su administración el número de personas en miseria creció en al menos cinco millones. Esas son minucias, para eso no llegó a la Presidencia.
El mandatario está absorto en su candidata a sucederlo, aunque antes habrá que darle una barnizada de democracia al proceso en el que otros tres se prestarán a la pantomima. La mente del presidente es una calculadora que segundo a segundo elabora cuentas y número de votos y estrategias para garantizarlos. Si algún programa de gobierno debe conducir, sí o sí debe dársele la vinculación electoral, caso contrario se desecha.
Y peor que se va a poner. El último trecho de su administración se agudizará esa miopía hacia los verdaderos problemas nacionales, para enfocarse únicamente en las elecciones del 24. Lo poco que hubo alguna vez, si es que lo hubo, de presidente de todos los mexicanos, quedó enterrado.
Hoy López Obrador está en modo López Obrador: al cien metido en las elecciones. Así que si sabemos contar, ya no contemos con él de aquí a septiembre del 24. No molesten al señor presidente con asuntos baladíes de salud, inseguridad o economía. Las elecciones le ocuparán de tiempo completo. A menos, claro, que se atraviese algún buen partido de béisbol. Ni modo, es lo que hay.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 478 días.
twitter@jaimelopezmtz
Escrito por Jaime López Martínez
Copyright Vox Morelia - Todos los derechos revervados.
Comentarios de las entradas (0)