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Éxito político significa la realización de bien común, con garantía de la posterioridad:
Alfonso Reyes (1889-1959) Escritor mexicano
La prohibición constitucional de la comercialización y uso de cigarrillos electrónicos, conocidos como vapeadores, constituye no solo un ridículo legal sino una afrenta a las libertades individuales.
Entre muchas otras cosas de la maldita herencia de Andrés Manuel López Obrador, y que Claudia Sheinbaum no ha querido o no ha podido frenar, está la iniciativa que los diputados de la 4T aprobaron este martes, para incorporar a la mismísima Constitución la prohibición en México de los vapeadores.
Todo apunta a un origen absolutamente inverosímil: alguien de su familia tuvo o tiene algún problema por el uso del vapeador, y López Obrador decidió que la Constitución lo prohíba. La servidumbre que tiene en el Poder Legislativo, rápido le cumplió el capricho.
El vapeador representa, dicen los científicos, el cinco por ciento del peligro de un cigarrillo de tabaco convencional, y es empleado por muchos fumadores que desean dejar esa adicción gradualmente. Casi siempre es efectivo con ese fin, me consta por amigos y familiares.
La aberración legislativa comienza porque en la misma aprobación se equipará al vapeador con el fentanilo, y sigue con el hecho de que se prohíbe su uso pero no el del cigarro, que ese sí mata.
Además, la medida invade dictatorialmente el margen de libertades de los usuarios de ese producto. Y, por si fuera poco, alentará al crimen organizado, que obviamente controlará también su distribución ilegal.
Es una más de las estupideces lopezobradoristas, avalada por los no menos ridículos legisladores que tenemos. El capricho se le cumplió al dictador, gracias a los bufones que tiene en San Lázaro. X @jaimelopezmtz
Escrito por Jaime López Martínez
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