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La política es el arte de asociar a los hombres:
Johannes Althusius (1557-1638) Filósofo alemán
Siendo en lo general positiva la reforma constitucional que en breve aprobará el Congreso del Estado, para dar autonomía democrática y un presupuesto mínimo garantizado cada año a la Universidad Michoacana, ésta no verá resuelto nunca su déficit financiero si no resuelve, y de fondo, su gran talón de Aquiles: su obsceno régimen de jubilaciones y pensiones.
Y hacerlo no es tarea ni del Ejecutivo ni del Legislativo, sino exclusivamente de la Casa de Hidalgo.
Los profesores y empleados nicolaitas son una auténtica casta divina, porque son de los contadísimos casos en que mientras están en activo no aportan un peso para su futura pensión. Cien por ciento de la responsabilidad recae en la parte patronal, la propia Universidad.
Y ello es producto de cesiones que los diferentes rectorados han tenido que hacer ante los chantajes, casi casi extorsiones, de sus dos sindicatos. Apenas recientemente se aprobó una reforma para que los trabajadores de nuevo ingreso aporten el 5 por ciento de su salario para el fondo de pensiones, pero son unos cuantos los que están en esa nueva modalidad.
El problema de fondo es que más del 95 por ciento de profesores y empleados siguen sin aportar nada a dicho fondo. Muy difícil encontrar otro tipo de burócratas que tengan tal concesión patronal. Todo mundo pone algo de su salario para el fondo de pensiones, además obvio de la parte patronal.
Se podrá decir que como ninguna ley puede tener efectos retroactivo, ya no es posible modificar ese régimen. Empero, si la Universidad realmente quiere resolver su deficit presupuestario, debe modificar su legislación interna y obligar a que los trabajadores en activo comiencen desde ya a aportar un porcentaje de su salario al citado fondo. La rectora Yarabí Ávila tiene el sartén por el mango: o da ese golpe de timón o la crisis financiera nicolaita será eterna. De poco servirá que a partir del próximo año se garantice que el 4.5 por ciento del presupuesto estatal, será para la institución. Es correcta la medida, pero claramente insuficiente. Que habrá pataleo y quizá una auténtica revolución universitaria si se modifica el esquema actual del fondo de pensiones, sin duda, pero será menor la reacción a la inacción y a dejar que las cosas sigan como hasta ahora, sin que nadie dé un manotazo en la mesa por temor a los sindicatos.
Ávila González está ante la oportunidad de realmente marcar un hito en su rectorado, un parteaguas. Con ella por primera vez la comunidad nicolaita elegirá a su sucesor o sucesora; con ella la Universidad por primera vez contará con un porcentaje fijo del presupuesto estatal. Para redondear su paso por el rectorado, será deseable que promueva que los trabajadores, todos, y todos son todos, aporten desde ya para su futura pensión.
No hay otra forma de darle viabilidad financiera a la Universidad. Es eso, o se muere.
X@jaimelopezmtz
Written by: Jaime López Martínez
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