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Si atraco a un político, ¿es un robo o un reembolso?
Anónimo
México está dejando de ser una República, para convertirse en una especie de campo de concentración. Sí, de concentración de jóvenes que engrosan las filas del crimen organizado, en su gran mayoría forzadamente.
No es normal en ninguna parte de mundo que jóvenes, en lo individual o en grupos, desaparezcan así como así, sin dejar huella. En México ya es normal, es lo de diario. Pero eso tiene una explicación: el crimen organizado y su reclutamiento forzado. En su mayoría hombres, pero cada vez con más frecuencia también mujeres.
La escena más común en las carreteras mexicanas, incluyendo autopistas o vías de alto tráfico, es criminales cerrándole el paso al vehículo en que viajan, por cualquier motivo, jóvenes entre los 18 y los 30 años de edad, para “levantarlos” y llevárselos, los menos, para pedir dinero por su rescate; los más, para incorporarlos por la fuerza a sus filas, bien sea como sicarios o bien, cuando tienen alguna profesión, para que “trabajen” como especialistas en informática, médicos, ingenieros o contadores. Después de todo, la amplísima ramificación de actividades del crimen, demanda profesionistas de variada índole.
Y no es que esos jóvenes hayan optado por sumarse a las filas de la criminalidad, es que no les queda de otra: negarse es pagar con la vida o la de sus padres o familiares cercanos.
Las carreteras son un punto de fácil maniobra en ese sentido para los criminales, de ahí el enorme peligro que constituyen hoy para todos los automovilistas, en particular los de ese rango de edad. Y todo, para no variar, con la total complacencia gubernamental.
Por eso mueve a risa cuando los gobernantes afirman que con opciones como el deporte, la educación, o fuentes laborales, se combate que los jóvenes mexicanos caigan en la tentación de sumarse a la criminalidad. Hay por supuesto quienes lo hacen voluntariamente, pero muchos, seguro la mayoría, lo hacen obligadamente. Esa es la realidad, la triste realidad del presente de la juventud mexicana. Dramático!
Y a la pesadilla ya solo le quedan 412 días.
X@jaimelopezmtz
Escrito por Jaime López Martínez
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