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Con las leyes pasa como con las salchichas: es mejor no ver cómo se hacen
Otto Von Bismarck (1815-1898) Canciller alemán
Qué decepción con el abogado y diputado Juan Antonio Magaña de la Mora. En verdad supuse que en un derroche de dignidad y respeto a sí mismo, a su formación profesional, a su carrera de cuatro décadas en el Poder Judicial michoacano, así como a sus colegas y compañeros de labor, este jueves votaría en contra de decapitar a dicho poder.
Cierto, votar en contra de la ominosa iniciativa surgida de la dictadura cuatroteísta, no variaría el desenlace, pero estoy cierto que si lo hubiese hecho, Magaña podría mirar a los ojos a sus colegas, a los michoacanos y, sobre todo, a su familia. Hoy, me parece que no lo puedo hacer.
Tengo -tenía- a Magaña como un magistrado de una solvencia moral a toda prueba. Este jueves quedó desbaratada esa imagen. ¿Porqué, abogado, traicionó a su gremio?, ¿porqué le dio la espalda a su profesión?, ¿porqué acuchilló al Poder Judicial? Se entiende, que no se justifica, de los políticos de mala muerte, que son la inmensa mayoría de los que integran la 4T, pero de un magistrado de carrera es inconcebible su voto a favor de darle la estocada final a la división de poderes. Magaña votó contra sí mismo.
Se le atribuye a Enrique lV aquello de que “París bien vale una misa”, cuando abjuró al protestantismo y se acogió al catolicismo, para poder reinar Francia.
¿El “París” para Magaña será ascender en la política, acrecentar poderío y ser bien visto por Ramírez Bedolla? Con qué poco trocó su prestigio.
Si alguien personifica la cultura del esfuerzo y la valía de la carrera judicial, es justamente el ahora diputado del Verde: de cuna humilde en Coalcomán, forjó con sacrificio una carrera en Leyes, y desde meritorio fue ascendiendo en el Supremo Tribunal de Justicia de Michoacán hasta llegar, ni más ni menos, a su presidencia. Representa lo que legítimamente sueña todo estudiante de Derecho y todo trabajador de ese organismo. Pero a ellos, precisamente, son a los que ha acuchillado Magaña con su voto. Ya con una formidable pensión vitalicia y ahora un sueldo de niveles estratosféricos como diputado, Magaña no tiene empacho a colaborar con la dictadura de la 4T para dar la última palada a la división de poderes.
Su futuro político en este régimen totalitario seguro le sonreirá, pero el costo es demasiado alto: su dignidad. ¿Valió la pena, magistrado?
X@jaimelopezmtz
Escrito por Jaime López Martínez
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