DE INTERÉS PÚBLICO: EL PADRE GOYO Y SU PLAN

La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres, con el pretexto de proteger a los unos de los otros

Anónimo

Gregorio López Gerónimo no es un sacerdote común y corriente. Primero porque está suspendido por la jerarquía católica por involucrarse con las autodefensas de la tierra caliente. Segundo, porque aún suspendido, ejerce más actividad pastoral y de servicio a la comunidad que cualquiera de los que están en funciones. Y tercero, porque ha diseñado un plan de pacificación para esa región.

Si bien se trata de un documento de casi doscientas hojas, en Respuesta Radio presenta este martes la parte medular de dicho plan, mismo que, dice él, se lo pidieron jueces y funcionarios gubernamentales, como Ignacio Mendoza, director del sistema carcelario estatal, y el mismo gobernador.

Consiste básicamente en que el gobierno fije un plazo para que los integrantes de los diferentes cárteles dejen las armas y se acojan al beneficio de una especie de amnistía, que no significaría necesariamente impunidad de acuerdo a los delitos cometidos, sino una sanción más blanda. Apoyos sociales para sus familias complementarían la oferta del Estado para deponer las armas. Dicha propuesta tendría un plazo perentorio y al cabo del mismo el gobierno iría con toda su fuerza para desmantelar a los grupos delincuenciales y ya sin miramientos ni concesiones, confrontarlos hasta sus últimas consecuencias.

El plan obliga a una serie de ajustes legales pero, sobre todo, tiene como condición sine qua non, que el gobierno esté realmente decidido a aniquilar al crimen organizado. Y ese parece justamente el problema: un gobierno como el de López Obrador, tan proclive a apapachar a los criminales, ¿cómo y porqué querría virar en esa política y ahora combatirlos?

Por ende, es de suponerse que el plan del Padre Goyo pudiera ser viable, pero hasta después de 2024, y eso suponiendo que el sucesor del tabasqueño no pretenda secundarle en ese tipo de políticas públicas aberrantes.

Como sea, es loable, y de alto riesgo, el esfuerzo del sacerdote por encontrar un punto de inflexión que eventualmente perfile una solución, o al menos contención, de la espiral de violencia en este caso en la tierra caliente michoacana. En otra circunstancia podría encontrársele al plan mil lados flacos y riesgosos en muchos sentidos, pero si nos atenemos a la trágica realidad que vivimos, sin duda es digno de aplicarse, aunque, insisto, falta lo más importante: la voluntad del gobierno de la 4T de confrontar a los criminales.

Pero ello queda fuera de la esfera del sacerdote y su plan. Él contribuye con una propuesta sensata, equilibrada y necesaria.

Ya quisieran muchos, dentro y fuera de la religión, asumir un rol tan protagónico en la búsqueda de la solución a ese flagelo. López Gerónimo, el castigado por la jerarquía católica, pone el ejemplo de la entereza que debieran poner el gobierno y el resto de la sociedad.

Y a la pesadilla ya solo le quedan 470 días.

twitter@jaimelopez