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El político debe tener amor apasionado por su causa, ética de su responsabilidad, y mesura en sus actuaciones.
Max Weber (1864-1920) Sociólogo alemán
Es evidente que el gobierno bedollista tiene la brújula desviada. Más específicamente, algunas mujeres del gabinete.
Alguien debe recordarle a funcionarias como la Coordinadora de Comunicación Social, Zayin Villavicencio, o las secretarias de la Mujer, del Bienestar o de Educación, Alejandra Anguiano, Andrea Serna y Gabriela Molina, respectivamente, que en este momento ejercen una función pública, representan a una administración que, al menos en teoría, gobierna para todos por igual.
Este jueves, día y horario laborable, dedicaron la mañana a encabezar la manifestación de grupos feministas que en el exterior de la Cámara de Diputados, exigían la aprobación de la despenalización del aborto, que en ese momento los legisladores debatían.
Desde luego ellas, como cualquier otra mujer u hombre, están en su derecho de apoyar o fustigar ese y cualquier otro tema de interés social. Es respetable su postura, lo mismo que la antagónica.
Empero, es claro que han extraviado su responsabilidad como servidoras públicas, porque hacer activismo abierto en ese, o en cualquier otro caso, les coloca de uno de los lados de la mesa, siendo que como funcionarias de un gobierno debieran adoptar una postura neutral, sobre todo en un tema tan polarizante como el del aborto, simplemente porque un gobierno lo es para todos, al margen de creencias o ideologías particulares. Esas cuatro funcionarias se han cerrado la puerta con la mitad de la población, la anti aborto, que merece el mismo respeto que la otra parte. Y el gobierno, insisto, debiera ver por todos igual. Las cuatro funcionarias se pusieron este jueves la camiseta de activistas y sin rubor olvidaron la neutralidad a la que éticamente estarían obligadas.
Y eso, sin contar con que en realidad fue pura escenografía y protagonismo de las bedollistas, porque la aprobación de la despenalización del aborto nunca estuvo en duda, con la aplastante mayoría que tiene la 4T en el Congreso. Lo de menos es si solicitaron permiso al gobernador para abandonar sus responsabilidades, con el consecuente ajuste salarial. Obviamente iban con la anuencia -¿o la orden?- de Bedolla y un descuento de un día al salario es intrascendente para funcionarias con chequeras tan pesadas, como por ejemplo la señora Villavicencio.
Lo que es evidente es que al gobierno bedollista le urge una reorientación respecto de las funciones de un servidor público. Si algunas de sus integrantes quiere poner por delante su derecho al activismo ideológico, con que renuncie a su cargo sería suficiente. Solo que todo ello implica contar con una ética y moral bien cimentadas, y no hay duda que para muchos en el gabinete estatal, en este caso muchas, la moral es un árbol que da moras, como advertía aquel cacique potosino de apellido Santos. Los desfiguros que hay que ver.
X@jaimelopezmtz
Escrito por Jaime López Martínez
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