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El arte de gobernar no es más que la razón y la moral aplicadas al gobierno de las naciones:
Jaime Luciano Balmes (1810-1848) Filósofo español
En gobiernos con tanta proclividad a la corrupción y al populismo, así como a la improvisación y a la irresponsabilidad, no puede sorprender que se generen irregularidades tan serias como el desvío de dinero público. Es hasta lógico que así suceda.
Por eso, cuando la Fiscalía General de la República informa que indaga presuntos actos de corrupción en la delegación michoacana de la Secretaría del Bienestar, nadie puede decirse sorprendido. Investiga probables robos de dinero a través de mal uso de tarjetas de los programas sociales.
El asunto es que como todo lo que inició López Obrador, esos programas están estructurados sobre las rodillas, pésimamente planificados, sin controles ni logísticas para verificar el uso correcto de los miles de millones de pesos que corren libremente entre las manos de los funcionarios, sobre todo de esa dependencia.
No hay rendición de cuentas, no hay auditorías, nadie vigila nada, el manejo del presupuesto es absolutamente discrecional, pero como eran los programas estrella del tabasqueño, en los que fincó la preservación del poder, nadie ha tenido la osadía de siquiera hacer algo cercano a una revisión profesional. No se fuera a ofender el emperador.
En realidad, que la obsequiosa FGR inicie una investigación al respecto en los programas del Bienestar, solo puede entenderse como una autorización de la misma presidenta Sheinbaum, lo que significaría una especie de soltura de amarres suyos con relación al vínculo nefasto con López Obrador.
Habría que exigir, más allá de ese posible deslinde, que la FGR lleve a la cárcel a los funcionarios involucrados en el fraude y, sobre todo, que obligue a un viraje de ciento ochenta grados en la laxitud que hay en el manejo de dichos programas en su vertiente monetaria.
Es urgente poner un alto a la corrupción hasta ahora desatada en los programas sociales de la 4T. Se ve lo que le sigue de complicado, porque 4T es sinónimo justamente de corrupción. Veremos qué tan a fondo realmente quiere ir el gobierno de Sheinbaum en contra de esa corrupción, o si el caso michoacano es solo una especie de distractor para fingir transparencia y legalidad, porque de que hay tela de cortar, la hay y de sobra.
X@jaimelopezmtz
Escrito por Jaime López Martínez
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