VOX MORELIA 103.3 FM
Los que estudian separadamente la política y la moral, no llegarán a comprender nunca la una ni la otra:
John Morley (1838-1923) Político irlandés
Juan Pablo Aguilar Barragán ganó las elecciones para alcalde en Cotija el dos de junio pasado. Nominado por el PAN, el primero de septiembre asumió el cargo. Dos días después desapareció del pueblo, presuntamente obligado por amenazas del crimen organizado. Ni en Cotija, ni en gobierno del estado ni en su partido, saben de él. Este domingo se cumplieron tres meses de que salió y, por ende, de que el municipio no tiene autoridad.
O no tenía, porque este martes el Congreso del Estado designó como alcaldesa sustituta a Blanca Ibarra Ochoa, que era la Síndica en funciones.
Hoy, el discurso oficial dirá que Cotija volvió a la normalidad constitucional. En teoría así es. En la realidad, la maldita realidad, es que no hay sino dos posibilidades para entender la designación de Ibarra Ochoa: o va con el visto bueno del jefe de plaza de la criminalidad en Cotija, o va “por la libre”, solo como una decisión política de los diputados y del PAN, lo que haría que su vida esté permanentemente en riesgo.
Y es que cualquiera que conozco, aunque sea someramente la realidad política de Cotija, que es la misma de más de la mitad de los municipios michoacanos, sabrá que nadie, absolutamente nadie puede ejercer como alcalde si no tiene el aval no de la ciudadanía, sino del jefe de plaza del cártel dominante. Y no tener ese respaldo, significa riesgo inminente para la autoridad.
El tiempo dirá en qué términos se dio la designación de la alcaldesa sustituta. En cualquier caso, no se trata de ningún triunfo de la legalidad, sino de la trágica realidad que enfrentan la mayor parte de los municipios, propiedad, para no variar, del crimen organizado. X @jaimelopezmtz
Escrito por Jaime López Martínez
Copyright Vox Morelia - Todos los derechos revervados.
Comentarios de las entradas (0)