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«Gracias Señor por tu sangre que nos lava y nos salva»: conmemora Iglesia Católica inicio del Triduo Sacro

today17 de abril de 2025 5

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El amor es el mandamiento nuevo, el sacerdocio el nuevo ministerio y la Eucaristía la nueva institución en este Jueves Santo, proclamó el Arzobispo           

«Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava», ha sido el salmo responsorial en la Misa de la Última Cena esta tarde en que ha iniciado el Triduo Sacro. «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» es el mandamiento nuevo, el sacerdocio es el nuevo ministerio y la Eucaristía la nueva institución en este Jueves Santo en que fueron instituidos por Jesús ante sus apóstoles, y que fue conmemorado en ceremonia encabezada por el Arzobispo Carlos Garfias Merlos en Catedral de Morelia.

El Evangelio según San Juan fue leído, mismo que relata los últimos días de Jesús, el pasaje de ese último encuentro en que se reúne con sus doce discípulos en la Última Cena sabiendo que ya debía pasar de este mundo para regresar a la Casa del Padre, y donde tuvo el gesto inesperado de lavarles los pies, uno a uno, dando ejemplo de servicio, amor, entrega y humildad.

Cristo funda dos instituciones y da un nuevo mandamiento «y si queremos vivir a plenitud la herencia que Cristo nos ha dejado por su infinito amor, debemos permanecer unidos a la Eucaristía», pronunció el jefe pastoral esta tarde solemne, donde exaltó que Cristo en su palabra transformó el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre «que nos alimenta y nos mantiene unidos a Él», a su ejemplo y su enseñanza.

Estuvo acompañado por el Cabildo Metropolitano y por el padre rector de Catedral, Juan Manuel Quiroz Armenta, en que en su homilía exaltó el sacerdocio como «el medio concreto para que podamos tener siempre a nuestro alcance el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se nos da como alimento». Cristo toma el pan y lo convierte en su Cuerpo, toma el vino en el cáliz y lo convierte en su Sangre: «ahí tenemos el alimento para nuestra vida espiritual, ahí tenemos el alimento para tener siempre en nosotros la presencia y la fuerza de Cristo nuestro salvador», dijo Monseñor Garfias Merlos.

«Gracias Señor por tu sangre que nos salva, Gracias Señor por tu sangre que nos salva», resaltó la entrega amorosa y el sacrificio de Jesús que toma nuestro lugar en la Cruz para salvarnos del pecado y crear una nueva Alianza eterna con nosotros a través de su preciosa sangre derramada: «ojalá que en esta celebración de Jueves Santo todos valoremos y demos gracias a Cristo por su herencia de la Eucaristía y del sacerdocio, y todos decidamos hacer realidad el mandamiento de Cristo del servicio y del amor a los hermanos en nuestro mundo lleno de envidias, lleno de críticas y de descalificaciones, en nuestro mundo donde todos nos quejamos del otro pero no nos damos cuenta de nuestro propio pecado y defecto», dijo ante todos los presentes.

Qué importante hoy reconocer y agradecer la institución de la Eucaristía, la institución del sacerdocio y el mandamiento del amor, prosiguió sus palabras, para conminar a los presentes: «amémonos los unos a los otros como Cristo nos ha amado, tengámonos paciencia, perdonémonos, y  como el Papa Francisco nos lo pide seamos peregrinos de esperanza a través de nuestra palabra, de nuestra actitud,  de nuestra sonrisa, de nuestra buena presencia, con nuestros hermanos, seamos peregrinos en nuestra Eucaristía, en la esperanza», convocó el jefe pastoral.

El Arzobispo hizo votos porque «todos renovemos la disposición de comer y beber de este pan y este vino», y llevar el mensaje a otros, así como enfatizó en su llamado a vivir el encuentro profundo con Cristo a través de la Eucaristía, del sacerdocio, y del mensaje de la buena nueva y del amor, ante los fieles ahí reunidos, así como a servir con amor como Cristo lo hizo. Y dijo Monseñor Garfías Merlos: «agradezcamos a Jesús por dejarnos este ministerio del sacerdocio», y conminó a orar para que todos los sacerdotes sean constructores de paz y nunca se apague su vocación: la mejor forma de construir la paz es amando a nuestros hermanos, llamó.

«Esta mesa es el banquete eterno en el Sacramento del triunfo», proclamó el Arzobispo.

Después de la Homilía, vino el lavatorio de los pies bajo el rito litúrgico previsto en el Misal Romano, siendo el Arzobispo quién inició esta tarea que recuerda aquel episodio de humildad y de servicio de Jesús habiendo  procedido a lavar los pies al primero de los 12 voluntarios, y después de encargó el padre rector de Catedral que lavó y besó los pies de quienes representaban a los apóstoles esta tarde en el Templo Mayor, reviviendo este importante hecho de lo que fue la última reunión de Jesús con sus apóstoles previo a su sacrificio de amor por nosotros.

Posterior a la Comunión en cuyo previo ofertorio no fueron hechas a sonar las campanas sino la matraca, fue llevado Jesús Sacramentado en procesión al tabernáculo, tal y como ocurrió cuando le acompañó la gente cuando fue aprehendido en aquel entonces. A su paso solemne por el pasillo central de Catedral fueron hechas a sonar las matracas en lugar de las campanas hasta su llegada hacia el monumento, mismo donde permanecerá el día de mañana y el sábado acompañado de la oración de los fieles, y en que no habrá Eucaristía.

Con esta celebración ha iniciado el triduo sacro que es el periodo de pasión muerte y resurrección de Jesús, el más importante dentro del año litúrgico para la Iglesia Católica.

Escrito por Teresa de la Torre

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