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En Madrid estará permitido todo lo que no esté prohibido
Esperanza Aguirre (1952-?) Política española
A no dudarlo, la transición de la dictadura perfecta a la incipiente democracia, y el probable retorno de la incipiente democracia a la dictadura perfecta, no puede entenderse ni dimensionarse sin el nombre de Porfirio Muñoz Ledo, que murió este domingo.
Ave de tempestades, polemista en grado extremo, el mismo demonio para muchos y hombre de estado para otros más, Muñoz Ledo jugó sin duda un papel absolutamente protagónico en el proceso democratizador de ida y vuelta de nuestro país en las últimas cuatro décadas. Lo que nadie, ni sus más acérrimos antagónicos, pueden negarle son al menos dos virtudes: una inteligencia y un mente de luces pocas veces vistas, y decir lo que a su juicio tenía que decirse, al margen de consecuencias.
Su capacidad para el debate y la brillantez de su mente ya se conocían a fines de los ochenta, pero su papel de cabeza del rompimiento de PRI dictatorial de 1987, junto a Cuauhtémoc Cárdenas, le terminó de consolidar como personaje impulsor de la democracia. Cárdenas era el político, Muñoz Ledo el pensante.
Incursiones con diferentes camisetas y en diversos partidos en cargos legislativos, de la diplomacia y de gabinete, incluyendo aspiraciones poco viables a la Presidencia de la República, le siguieron en un camino de constantes confrontaciones y debates con personajes menos, mucho menos lúcidos, pero encumbrados, como en la última etapa con Andrés Manuel López Obrador.
Su relación con López Obrador ejemplifica a ambos: por años fue aliado del tabasqueño hasta ayudarlo a encumbrarse en el Everest, pero ya ahí, a los dos le afloró su auténtico yo: la soberbia y el tufo dictatorial de López Obrador, al grado de desconocer y volver la espalda a todo el que no se le doblegue, y la dignidad y claridad de miras de un tipo infinitamente más lúcido, pero también a años luz de convicción democrática, como Muñoz Ledo.
En un mundo con tan pocas luces, como caracteriza a la vida pública de México, siempre será lamentable la pérdida de un político como Porfirio Muñoz Ledo. Descanse en paz.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 451 días.
twitter@jaimelopezmtz
Escrito por Jaime López Martínez
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