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La política es quizá la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación
Robert Louis Stevenson (1850-1894) Novelista británico
Marcelo Ebrard ha decidido jugar a matar o morir. Ha echado su resto y quemado sus naves, porque ha iniciado el viaje sin retorno: de manera sorpresiva para las demás corcholatas y me parece que para el mismo presidente López Obrador, el aun canciller anunció este martes que renunciará a la Secretaría de Relaciones Exteriores el próximo lunes, para buscar de tiempo completo la candidatura presidencial de Morena.
Ebrard entendió, no sé qué tan a tiempo, que jamás habrá el piso parejo que ha venido demandando en el proceso de selección del aspirante morenista a suceder a López Obrador. Desde luego sabe que la supuesta encuesta que decidirá al candidato, es una farsa, pero mantuvo la esperanza de que con su presión, el presidente obligara desde hace tiempo a las demás corcholatas a renunciar para, al menos en ello, tener su anhelado piso parejo.
Su anuncio de separarse de la Cancillería precipitará la renuncia también de Claudia Sheimbaum y de Adán Augusto López Hernández. Para López Obrador resultará imposible de maniobrar la sucesión ya con su esquema original, porque Ebrard se lo ha echado a perder.
Él tiene claro que separarse hoy y anticiparse a los demás, no solo lo coloca repentinamente al frente de la carrera morenista, lo que le mueve a López Obrador todo su tinglado sucesorio, y no es común que alguien en la 4T se atreva a algo siquiera cercano. Y es que Ebrard es consciente de que su apuesta es osada, pero ha decidido jugarla: o pone contra la pared a López Obrador y al resto de las corcholatas y obliga al piso parejo, o su osadía le cuesta la candidatura.
Pero, como dicen, si despegado estaba, qué más da jugar esa altísima apuesta, de cualquier manera en las condiciones actuales jamás tendría la candidatura, y además, en caso de perderla, sabe que tiene cabida sin problema en Movimiento Ciudadano o incluso en la alianza de PRI-PAN-PRD.
Es una morbosa incógnita saber cómo reaccionará López Obrador ante la insubordinación de Ebrard, porque igualmente tiene presente que una eventual ruptura no solo resquebrajaría a la 4T, sino que en la misma proporción fortalecería a la oposición, que no dudaría en cobijar al canciller como su aspirante presidencial. Ebrard abrió fuego, pues. Es evidente que juega a dos pistas y que confía en caer parado. Veremos si el destino no le juega una mala pasada, aunque en una de esas, igual y es su llave para llegar a Palacio.
Y a la pesadilla ya solo le quedan 484 días.
twitter@jaimelopezmtz
Escrito por Jaime López Martínez
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