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Entre rezos y miradas emocionadas, se vivió una vez más esta tradición que año con año refuerza la fe y la identidad de su gente
Bajo el intenso sol del mediodía, las calles de la colonia Juárez, en el corazón de Morelia, se transformaron en el escenario de una de las tradiciones más conmovedoras de la Semana Santa: el viacrucis viviente. Desde la parroquia «El Salvador del Mundo», cientos de fieles se congregaron para revivir, paso a paso, la pasión de Cristo.
A las 11 de la mañana, la historia comenzó a desplegarse. Sobre la tarima, la condena de Jesús marcó el inicio de un recorrido que, a pesar del calor, reunió a familias enteras: niños, jóvenes y adultos, algunos protegidos bajo sombrillas y gorras, otros resistiendo estoicamente los rayos del sol.
Con solemnidad y devoción, la multitud acompañó a Jesús en su camino hacia el Calvario. A lo largo de más de diez cuadras, los sonidos de los látigos y los pasos agónicos resonaron entre los espectadores, quienes, en silencio, seguían cada escena. Los actores, jóvenes de la comunidad, dieron vida al drama sagrado con tal realismo que, por momentos, el tiempo pareció detenerse.
Tras las tres caídas, el viacrucis culminó frente a la iglesia, donde la crucifixión se llevó a cabo. A las 15:00 horas, en punto, el sonido de las campanas anunció la muerte de Cristo, sumiendo a la plaza en un profundo silencio. Fue así como, entre rezos y miradas emocionadas, Morelia vivió una vez más esta tradición que año con año refuerza la fe y la identidad de su gente.
Una tarde de abril, una historia milenaria y una ciudad que, entre el calor y la devoción, demostró que algunas tradiciones nunca pierden su fuerza.
Escrito por VOX
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