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El grado de libertad o tiranía en cualquier gobierno, es reflejo de la determinación de los ciudadanos de ser libres, y su capacidad de resistir los esfuerzos por esclavizarlos.
Gene Sharp (1928-2018) Filósofo estadounidense
Carlos Torres Piña tiene fama de buen operador político, lo que sea que el término signifique. Y si en la Secretaría de Gobierno lo que se ocupa, dicen los enterados, es “operación política”, pues habrá que exigirle que en su segunda etapa en esa oficina aplique tal virtud que algunos le reconocen.
Su primer paso por la Segob bedollista, el de Paracho lo aprovechó íntegramente en labrar su propio proyecto político, y descuidó las tareas formales del cargo. Al final, ni una cosa ni otra: ni obtuvo la candidatura al Senado ni luego la Alcaldía moreliana, mientras la gobernabilidad brillaba por su ausencia.
Torres Piña vuelve por la puerta de atrás a Segob. Lo mínimo que habría que exigirle es que, ahora sí, trate de cumplir las encomiendas legales y políticas propias de la oficina.
Llega cuando la gobernabilidad es nula en Michoacán; cuando los puentes de comunicación del gobernador con el sector empresarial están rotos; cuando no existe la menor vinculación con los partidos opositores; cuando el trato con los alcaldes que no son morenistas no existe; cuando la relación con sindicatos ha desaparecido; y cuando los endebles puntos de conexión con los medios de comunicación han quedado pulverizados, como resultado de una política cavernícola, rudimentaria en grado extremo, que sólo ve en blanco y negro a la prensa, que no entiende ni acepta equilibrios ni matices, que fomenta el surgimiento de medios supuestamente independientes como arietes de golpeteo a los adversarios políticos.
Y ni hablar de la galopante criminalidad e inseguridad, cuyo combate es tarea, aunque sea indirecta, también de la Segob.
Con ese escenario, en mucho producto del preocupante desinterés y relajación cada vez más marcados del gobernador Ramirez Bedolla, regresa Torres Piña a Segob. Por ende, parece cuesta arriba la tarea de devolver los puentes de comunicación con todos esos sectores. Es de esperarse que sean infundados los señalamientos que se le hacen, en el sentido de que ahora se dedicará en cuerpo y alma en armar su candidatura rumbo al 27, y que volverá a dejar como plato de segunda mesa las tareas propias de Gobierno. Ojalá llegue un renovado secretario, no el mismo de su primera etapa. Solo el tiempo lo dirá.
Y a la pesadilla, a la actual, ya solo le quedan 97 días.
X@jaimelopezmtz
Escrito por VOX
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