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El programa social insigne del gobierno del presidente López Obrador, la pensión universal para los Adultos mayores, ciertamente ha traído beneficios para los poco más de 11 millones de mexicanos de la tercera edad que la reciben, pero también ha demostrado que pese a la ayuda gubernamental, la condición de vida de este grupo social no mejora.
La necesidad económica de los más de 17 millones de mexicanos adultos mayores, que representan el 14 por ciento de la población del país, son muchas; la actual pensión bimestral es realmente insuficiente.
Toda vez que al llegar a los 60 años nadie los quiere contratar, nadie se quiere ocupa de ellos, bueno, a veces ni sus familias; son pocas las empresas que les abren las puertas para que puedan seguir trabajando y aportando su conocimiento y experiencia a la sociedad.
Ante esta cruda realidad y la imposibilidad gubernamental de generar políticas públicas que realmente los ayuden a salir adelante, los abuelitos dependen, en muchas ocasiones, solo de la pensión que ofrece el Gobierno Federal.
El problema es que la implementación del Sistema de Bienestar que incluye bancos y cajeros para el pago de sus pensiones, ha sido todo un fracaso, la insuficiencia de sucursales, cajeros y la inexistencia de convenios con la banca comercial, hace cada vez más difícil su cobro.
Resulta vergonzoso observar a los adultos mayores, muchos de ellos con dificultades para moverse, acudiendo en las madrugadas, a veces en medio veces del frío y de la lluvia, haciendo largas filas para obtener la pensión del bienestar.
Lo más indignante es, cuando tras hacer fila por varias horas, se les diga en caja que ya no hay efectivo y que no hay dinero en los cajeros, por lo que tendrán que regresar otro día para cobrar su pensión.
Este trato inhumano demuestra que para el gobierno de la 4T, lo realmente importante no es atender sus necesidades, sino mantenerlos como clientes electorales.
Las principales quejas de los adultos mayores es la dificultad para poder cobrar la pensión, cada vez son menos los lugares donde pueden hacerlo, “era mejor cuando podíamos retirar el recurso en otros bancos”, denuncian persistentemente.
Aunado a ello, la desinformación, la falla en el sistema y los robos hormiga que se vienen realizando en las pensiones, son otras vicisitudes que tienen que afrontar los beneficiarios.
Otro de los problemas que se presenta es que muchos de los adultos mayores no pueden informarse, ya que por la brecha generacional no cuentan con redes sociales o no tienen acceso a medios en los que se informa cómo funciona el sistema.
Pese a las constantes quejas, el problema que es recurrente y se presenta en todo el país, no ha sido atendido por el gobierno morenista, que poco ha hecho para mejorar esta denigrante situación.
Y aunque la pensión universal no es la panacea para sacar de la pobreza a millones de adultos mayores que la reciben, sí representa un gran aliciente para sus subsistencia.
Habría que apuntar que la pensión universal no es privativa del gobierno de López Obrador, está consagrada en la Constitución y gane quien gane la presidencia el próximo año, tendrá que otorgarla, aunque lo ideal sería que ese beneficio económico, viniera acompañado de otras acciones que realmente mejoren la calidad de vida de los abuelitos.
La realidad es que no importa cuanto tiempo vivamos, sino cómo, especialmente en esta última etapa de nuestras vidas y de la cual, nadie se salva.
Envejecer es un privilegio que muy pocos alcanzan, por ello gobierno y sociedad debemos hacer de ésta etapa, la más feliz de sus vidas, después de todo, las arrugas solo irán donde han estado las sonrisas.
Y así como la sonrisa de un niño es hermosa, la de un anciano también lo es.
Escrito por Ricardo Saldaña
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